Una “metalente” ultrafina con autoenfoque: el “santo grial para ingenieros ópticos” que el MIT persigue con este experimento
En los últimos dos años hemos visto una carrera por lograr el mejor zoom en los móviles, pero en paralelo (y más a modo de pruebas) también está la de lograr la lente con autoenfoque perfecta. Hemos visto algunos intentos, como el de Hitachi o el de unos investigadores de la Universidad de Utah, y ahora son los del MIT quienes proponen una nueva alternativa.
En la actualidad, en la mayoría de sistemas fotográficos vemos (o, mejor dicho, intuimos) un sistema de varias lentes, quizás partes móviles, etc. para enfocar. En cámaras propiamente dichas incluso lo notamos por el sonido y el tenue movimiento interno si tiramos de autoenfoque, o directamente lo buscamos de manera manual girando el objetivo. Y la idea con estos sistemas es, sobre todo, lograr que el enfoque no requiera la necesidad de tanto espacio.
Una lente sin cristal que enfoca casi sin ayuda
Hoy en día es muy llamativo lo que se consigue con los móviles a nivel de integración de componentes: los ingenieros se las ingenian para idear sistemas que aprovechen el volumen disponible como sea, hablando a veces de colocar teleobjetivos en unos 8 milímetros. Integrar un sistema avanzado de fotografía, con objetivos que abarcan tener un sensor más grande, una mayor apertura o un enfoque cada vez más preciso es un reto continuo.
De ahí que no nos extrañe que haya intentos por aligerar el espesor de toda esa maquinaria, entre ellos el de estos investigadores del MIT. Según aseguran han conseguido construir *una “metalente” ultrafina que no necesita ningún sistema añadido para enfocar gracias al material y a la estructura que han usado.
El material en cuestión parte del de los discos compactos (algo que a muchos quizás no os suene, pero que marcó una época). Una combinación de germanio, antimonio y telurio (GST, por un acrónimo de sus símbolos químicos) a la que han añadido selenio.
Lo que han visto es que, al aplicar calor a dicho material (en una capa de 1 micrómetro de grosor), **la estructura atómica se reordena y se altera el poder de refracción, sin que esto afecte a la transparencia (no se quema o se oscurece). Esto es debido a la patrón grabado en la superficie, de manera que según cómo se aplica el calor la luz infrarroja se enfoca en un punto u otro.
Es una aproximación muy parecida a la que veíamos en aquel equipo de la Universidad de Utah, esta vez, según el investigador Tian Gu, logrando “imágenes sin aberraciones de objetos solapados posicionados a diferentes distancias”. El equipo del MIT cree que puede ser fabricado junto con microsistemas de calefacción, de modo que “puedan calentar el material con pulsos de milisegundos”, de modo que se obtenga la temperatura precisa para el enfoque.
La aplicación de esto podrían ser las cámaras de móviles como ya hemos comentado, pero también las gafas de visión nocturna, según espera el equipo. Mikhail Shalaginov, otro de los investigadores, sacaba pecho hablando de que esto es “una especie de santo grial para los ingenieros ópticos”, si bien aún no queda claro cuántos milisegundos requiere el enfoque (y habría que competir con la extremada rapidez del enfoque PDAF, por ejemplo, cada vez más popular en móviles).
Por ahora se trata de una aproximación más, si bien teniendo en cuenta que se apuesta por esta línea de investigación quizás podamos ver más avances de cara a verlo funcionar en algún dispositivo. Es complicado: los mismos investigadores recuerdan la dificultad de fabricar este tipo de lentes en masa, así que no será algo a corto plazo.
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Una “metalente” ultrafina con autoenfoque: el “santo grial para ingenieros ópticos” que el MIT persigue con este experimento
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Xataka
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Anna Martí
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