En lo peor de la pandemia, Serbia decidió ponerse en manos de China: ahora es el quinto país del mundo que más vacunas ha puesto por cada 100 habitantes
“La solidaridad europea no existe… es puro cuento […] Envié una carta y tenía grandes expectativas, no se cumplieron. Así que he pedido ayuda a mi amigo, hermano, Xi Jinping. Para la UE no somos lo suficientemente buenos”. Con estas palabras, Alexandar Vucic, el presidente de Serbia, anunciaba el 15 de marzo de 2020 su alianza estratégica con el gigante asiático. Era un movimiento desesperado.
En aquel momento, los países europeos que no estaban colapsados por la pandemia, habían restringido la exportación de material médico. Ninguno parecía muy por la labor de ayudar a nadie, pero China sí. Pekín, deseosa de mostrar al mundo que era parte de la solución y no solo parte del problema, tendió la mano a Belgrado en forma de mascarillas, aparatos de respiración y personal médico.
Y vacunas, muchas vacunas. Los resultados están a la vista: hoy Serbia es el quinto país del mundo que más dosis ha puesto por cada 100 personas y casi un 8% de su población ya está completamente vacunada. En España estamos en el 2,8%.
¿Cómo ha conseguido Serbia estar tan arriba en la lista de vacunaciones?
En primer lugar, comprando muchas vacunas. Sobre todo, vacunas chinas. Aunque el país cuenta con existencias de Pfizer/BioNtech, AstraZeneca e incluso Sputnik V, en torno al 75% de todas las dosis recibidas son Sinopharm. Esta abundancia es el elemento central de la campaña porque es lo que les ha permitido no ser tan selectivos y agilizar los procesos de vacunación.
La estrategia de comunicación también ha sido interesante. Y es que, a diferencia de otros países, los serbios pueden escoger la vacuna que se quieren poner. La realidad es que, a nivel práctico, la única que garantiza no tener que sumarse a una larguísima lista de espera es la vacuna china, pero el mecanismo ha conseguido moderar las reticencias de los ciudadanos (al revestir la vacunación con Sinopharm de un halo de voluntariedad).
No todo son buenas noticias
Sobre todo, porque tras una durísima ola los primeros días de diciembre, la situación epidemiológica del país balcánico había mejorado muchísimo. No habían conseguido llegar a los niveles de agosto, septiembre u octubre, pero durante los primeros meses del año se había alcanzado una “meseta” de contagios que en los últimos días ha saltado por los aires.
Los nuevos casos llevan días subiendo y eso hace que, si no hacen algo rápido, Serbia esté camino de convertirse en un ejemplo canónico de lo que es una ola de COVID en un país con unas tasas relativamente avanzadas de vacunación. Es decir, va camino de convertirse en un aviso a navegantes en toda Europa ahora que los países comienzan a desescalar sus restricciones tras los brotes de navidad y principios de año.
Imagen | Ivan Aleksic
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Xataka
por
Javier Jiménez
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