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El temible Bayern mide el instinto de supervivencia del Barcelona en Lisboa

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El temible Bayern mide el instinto de supervivencia del Barcelona en Lisboa

El equipo azulgrana, alejado del elogio, se enfrenta a su crepúsculo mientras Arturo Vidal alza el mentón: “Somos los mejores del mundo”

Quique Setién, en el entrenamiento de este jueves en Da Luz.
Quique Setién, en el entrenamiento de este jueves en Da Luz. RAFAEL MARCHANTE EFE

Lisboa se ha convertido en una ciudad fantasmagórica. En tiempos de pandemia y sin aficionados a los que acoger, la fanfarria se limita al espectáculo televisivo y a declaraciones hiperbólicas como la pronunciada por Arturo Vidal: «Somos los mejores del mundo». En el interior de esa preciosa mole de arcos rojos que es el Estadio da Luz corretearán este viernes (21.00 h., Movistar) los futbolistas de los dos únicos clubes con Copas de Europa en esta final a ocho. Cinco son del Barça, otras cinco son del Bayern. La historia acostumbra a acudir al rescate de un fútbol condenado por ahora a vivir de la melancolía.

Es éste el Barça de Bartomeu, presidente que se acerca al final de la escapada tras un mandato en el que las sombras apagaron toda luz anterior.

Es el Barça de Setién, entrenador al que se le iluminaba la mirada cuando el día de su presentación se declaraba apóstol de Johan Cruyff, y que ha acabado entregándose a un ejercicio extremo de supervivencia. Aquella confesión hecha tras eliminar al Nápoles en octavos, «no somos tan buenos como para controlar todo el partido», resume un tiempo. Porque lo de ser romántico no acaba de funcionar cuando uno teme por su puesto de trabajo.

Columna vertebral de Berlín 2015

Es también el Barça que mantiene la misma columna vertebral de su último título continental en Berlín 2015, bajo una política deportiva que priorizó la manutención de los veteranos, pero también la propaganda en las contrataciones. Coutinho, Dembélé y Griezmann son los fichajes más caros de la historia del club. El primero es ahora suplente en el Bayern. El segundo se ha pasado casi tres años en la camilla, y quién sabe si dispondrá de algún minuto en esta Champions. Y el tercero, el eslabón débil del frente ofensivo, incluso podría tener que dejar su plaza para que entre un cuarto centrocampista (Sergi Roberto) que acompañe a Sergio Busquets, De Jong y el venerado Arturo Vidal.

Pero es también el Barça, sí, de Leo Messi. Futbolista ante el que no conviene aventurar pronóstico alguno. El mismo que, bajo la protección del triángulo defensivo que forman Ter Stegen-Piqué-Lenglet, continúa negando el crepúsculo. Aunque frente a su menuda figura asome ese gigantesco Bayern al que sus popes (un día Matthäus, el otro Rummenigge), siempre orgullosos, colocaron como claros favoritos ante los azulgrana tras el despertar que provocó Hansi Flick.

Como argumentos del Bayern para opositar a las semifinales sobresale esa racha de resultados (ha ganado 26 de sus últimos 27 partidos, con los títulos de la Bundesliga y la Copa de Alemania incluidos), la llamada gegenpressing en campo rival, que el Barcelona, entregado a la prudencia, ya se ve incapaz de practicar, o el instinto caníbal de Lewandowski.

Pero no hay deporte tan puñetero en el pronóstico como el fútbol. Mucho menos ahora, sin aficionados a los que corresponder en el campo.