‘Cyberpunk 2077’, análisis después de 40 horas de juego: la distopía de CD Projekt Red es una revolución ultraviolenta, pero también sutil
Es complicado, complicadísimo resumir la propuesta de ‘Cyberpunk 2077’ en un solo artículo. Lo único que podemos asegurar, después de cuarenta horas de juego en la que hemos llegado al meollo del juego principal pero ni de lejos lo hemos explotado a fondo, es que vamos a estar comentando sus asombrosas narrativas emergentes, sus hallazgos estéticos y su apabullante sensación de libertad durante semanas.
Pero antes, la advertencia de rigor: este análisis desvela aspectos de la trama muy generales que ya se han contado en los trailers mostrados por CD Projekt Red -como el papel del personaje de Keanu Reeves-, pero no ningún giro argumental importante. También se discuten mecánicas y su aplicación en el juego, todas ellas ya desveladas por el estudio polaco.
Pero qué pasa, V
El jugador encarna a V, un o una aventurera de aspecto y, como veremos, habilidades completamente configurables. Según el tipo de personaje que se escoja tendrá un pasado u otro (Nómada -asilvestrados salvajes de la autopista que se mueven en los páramos desérticos fuera de la ciudad-, Buscavidas -hackers y pandilleros urbanos- o Corpo -parte de las corporaciones que controlan la ciudad, habituados a moverse entre las clases altas-), y dispondrá de una introducción específica para su pasado. En nuestro caso, V fue una buscavidas con cresta mohawk y más tatuajes de lo estéticamente tolerable.
Llegado un punto (su buen puñado de horas), el argumento da un cierto giro y entramos en una parte ya común para todos los personajes, con una estructura menos guiada: montones de fixers (los contactos que te harán encargos, misiones secundarias casi siempre, aunque muchos de ellos tendrán un papel primordial en la trama), libertad para mejorar el personaje como desees y una trama troncal, en la que participa el personaje de Keanu Reeves, Johnny Silverhand.
Como posiblemente sepas, Silverhand no es un secundario al uso, sino la versión modernizada de un personaje clásico del juego de rol de papel y dados ‘Cyberpunk 2020’. Su encarnación en 2077 no es real, sino virtual: está “descargado” en un chip que V tiene en la cabeza y del que no puede deshacerse. Este mítico terrorista del pasado de Night City aporta los elementos más sugestivos e interesantes al argumento: para quienes busquen en ‘Cyberpunk 2077’ algo más que un ‘GTA’ en el futuro, aquí lo tienen.
Las disquisiciones que el juego elabora a partir de la idea de que Silverhand cohabita la mente de V y, de hecho, va creciendo en ella con un futuro inevitable a la vista en el que tomará el control de su consciencia, son puro cyberpunk. Los límites de lo real, la tecnología como puerta hacia el transhumanismo, los recuerdos y la memoria como material configurable y descargable… aquí encuentra ‘Cyberpunk 2077’ una identidad que le distingue de otros juegos de ciencia-ficción y otros sandbox: la conexión entre el hombre y la máquina, las reflexiones sobre el fantasma que habita en ésta. Ahí es donde el estudio sabe distinguirse.
Configuración hasta el extremo
Y esa aplicación de las ideas del cyberpunk (principalmente, el literario) sobre la conexión entre lo electrónico y lo humano que tan bien desarrolla la parte central de argumento del juego, puede aplicarse a su vez a las exhaustivas mecánicas que CD Projekt Red pone al alcance del jugador para configurar a V. No vamos a entrar en detalles porque esta crítica sería demasiado prolija y lo descubrirás por ti mismo.
Pero algunos ejemplos: hay atributos en un árbol de habilidades tradicional (cuerpo, reflejos, inteligencia, habilidad técnica y temple), pero también cybermejoras que se aplican en slots predeterminados y que mejoran habilidades que cubren el combate, el sigilo o el hackeo, y que pueden estar activadas continuamente o bien a voluntad. Hay aspectos de esta configuración tan enraizados que en el tiempo que hemos jugado no hemos llegado a explorar a fondo, como es la mejora de armas a través de planos y que no solo aumentan su potencia, sino que directamente las convierten en otras, mucho más adaptadas a V.
Lo realmente interesante es que desde el primer momento se anima al jugador a que encuentre su auténtica forma de afrontar las misiones: el famoso “se puede acabar el juego sin matar a nadie” en realidad es testimonio del extraordinario diseño de las mismas, que permite que estas se afronten por la fuerza bruta o con sigilo puro, y por supuesto, con todos los pasos intermedios posibles. La mecánica de progresión del personaje apoya esto, y anima a que cada cual se construya su propia V.
Ha habido juegos anteriores que han funcionado en esta línea, como ‘Dishonored‘ o ‘Alpha Protocol‘, pero es ‘Cyberpunk 2077’ el que lo sofistica más al extremo dado el altamente exhaustivo árbol de habilidades, por la inclusión de las cybermodificaciones que suman una capa extra de personalización. En ese sentido, otros precedentes de esta mecánica, como ‘System Shock 2’ o los primeros ‘Deus Ex’ iban en esta línea temática, pero obviamente, ‘Cyberpunk 2077’ es mucho más potente y profundo en este sentido.
De hecho, en juegos como el mencionado ‘Dishonored’ se sugiere al jugador que evolucione hacia la acción o el sigilo, pero aquí hay otra vía: los hackeos. Bien empleados, mejorados los suficiente, los hackeos que permiten controlar máquinas y los dispositivos cibernéticos de los enemigos de múltiples modos (confusión, dejar fuera de combate, ganar aliados) aportan estrategias y posibilidades tanto al sigilo como a la fuerza bruta. Es decir, la posibilidades se multiplican de forma literalmente exponencial.
Esto da pie a misiones abordables con un empleo de las mecánicas emergentes muy brillante. Y aunque, como siempre en estos casos, lo asequible (y divertido) es afrontar misiones en las que combinemos sigilo y fuerza bruta, el empleo de los hackeos abre un abanico de posibilidades que te obligarán a repensar las misiones y a usar la estrategia que mejor se adapte a tu V. Todo un hallazgo.
Para cerrar este rápido repaso por las mecánicas más interesantes del juego, hay que mencionar las neurodanzas, una idea absolutamente nueva y que parece robada de uno de los hitos del cine cyberpunk más visionario: ‘Días extraños‘. Se trata de grabaciones que replican eventos desde la perspectiva de un participante en ese suceso… pero a los que podemos asistir como terceros, manipulando el tiempo, el espacio y distintas capas de información (el audio, la temperatura…). Son puzles de una complejidad tremenda y que, de nuevo, suponen una perfecta colisión entre medio y mensaje.
Como la presencia de Johnny Silverhand a la hora de crear ambientes y tramas o el empleo de los hackeos y los ciberemplantes para multiplicar las posibilidades del juego, las neurodanzas se imbuyen perfectamente en lo que es sin duda el gran hallazgo de ‘Cyberpunk 2077’: no haber imaginado un mundo futuro de gran belleza y coherencia, sino que tus herramientas para adentrarte en él sean parte orgánica de él. Es decir, que más cyberpunk, imposible.
Una ciudad apabullante
La primera sensación que asalta al jugador cuando se adentra en ‘Cyberpunk 2077’ es que el juego le sobrepasa. Es algo común en buena parte de los sandboxes más ambiciosos, que a menudo usan mapas gigantescos y árboles de misiones ridículamente excesivos para dar la sensación de una realidad viva y ajena al jugador, que respira por sí misma. Algo así sucede en ‘Cyberpunk 2077’, pero llevado al límite: en el juego de CD Projekt Red, más allá de un breve tutorial sobre controles básicos de tiroteos, peleas cuerpo a cuerpo y hackeos, nadie te lleva de la mano.
Desde el principio, ‘Cyberpunk 2077’ lanza al jugador una miriada de opciones de configuración y evolución del personaje y no se molesta en explicar cómo abordarlas. Si hay algo que echarle en cara a CD Projekt Red, es eso: si es la primera vez que el jugador se acerca a unas mecánicas roleras, puede verse asfixiado. Ahora los árboles de habilidades y los puntos de experiencia son moneda común en el género, pero ‘Cyberpunk 2077’ lo lleva al extremo, ya que se puede configurar todo, del armamento a la habilidades de hackeo, de los ciberimplantes a la aptitud para el sigilo.
Pronto quedan claras las intenciones de CD Projekt Red: abrumar al jugador con un exceso de opciones, en paralelismo claro con las posibilidades que ofrece la ficción en Night City. Esta ciudad del futuro es una inhumana mole de cemento y neón que aplasta a sus habitantes como insectos, y el estudio polaco quiere también asfixiar al jugador con una ingente cantidad de posibilidades. Esto da pie a un puñado de horas iniciales desconcertantes y en las que el jugador llega a dudar de las posibilidades de salir a flote ante tanta libertad a su disposición.
Un ejemplo perfecto para entender esta sensación, y que deja bien claro que esto no es exactamente un problema ni una virtud, sino una posición clara de CD Projekt Red a la hora de afrontar el diseño: la conducción. Estamos lejos de la posibilidad de usar vehículos de un modo prácticamente arcade de un ‘GTA’: la conducción en ‘Cyberpunk 2077’ tiene elementos de simulación, cada coche tiene sus propios tiempos y manejo -es radicalmente distinto ir al volante de un coche pequeño que de un deportivo- y a veces es más sencillo conducir respetando -a grandes rasgos- las reglas de tráfico que lanzarse a hacer el cabra.
Del mismo modo, robar un coche no es tan fácil como en otros sandbox: a menudo la policía se te echará encima con una potencia de fuego a la que no recurren otros juegos del género, donde puedes literalmente entrar y salir de todos los coches de la ciudad, todos a tu disposición. ‘Cyberpunk 2077’ pone ese obstáculo ante la nariz del jugador y no le explica los porqués, lo que lleva a cierta frustración inicial, pero pronto adquiere sentido: navegar por la ciudad en un vehículo que cuesta sudor y sangre conseguir y hacerlo con precaución permite disfrutar más del escenario y del pasmoso trabajo de ambientación.
Por eso mismo, desde el principio el jugador puede usar puntos de transporte rápido que le permiten surcar la ciudad rápidamente, para que las dificultades con los vehículos no sean un obstáculo insalvable, aunque a menudo para llegar a ellos a esos puntos tenga que atravesar calles y calles a pie. Pero todo eso forma parte del perturbador encanto de Night City: no te puedes enamorar de esta ciudad porque te quiere matar, y CD Projekt Red aplica eso mismo a las mecánicas, y no deja que des nada por sentado. Tendrás que aprender a sobrevivir, y eso no necesariamente es un proceso sencillo.
Este sencillo detalle es simplemente una muestra de hasta qué punto el nivel de detalle con el que CD Projekt Red ha diseñado su mundo roza lo enfermizo: su intención es que te zambullas en un universo con vida propia y que no da nada por sentado. No hay apenas pistas, ni guiones, rara vez vas a toparte con caminos iluminados de forma demasiado obvia (pero ojo, es difícil quedarse atascado: el sistema de misiones es especialmente claro y generoso, a través de mensajes en el móvil que enriquecen los diálogos en persona). La sensación general es que la ciudad vive al margen de ti.
Ese es el gran hallazgo de ‘Cyberpunk 2077’: ha construido un entorno virtual por el que apetece perderse. Sus distintos estilos artísticos (en el estudio los han bautizado como kitsch, entropismo, neomilitarismo y neokitsch, y abarcan todas las clases sociales y tipos de edificios y construcciones de Night City) otorgan de suficiente variedad al diseño de la ciudad, y como en toda gran urbe, los estilos colisionan entre sí, conectándose y mutando unos con otros. Si no hemos avanzado más en las cuarenta horas que hemos jugado es porque nos apetecía, simplemente, zambullirnos sin prisas en este increíble mundo futuro.
Cyberpunk 2077: La opinión de Xataka
En estos primeros pasos por Night City nos hemos tropezado con algunos inconvenientes técnicos: bastantes bugs gráficos y cierta tendencia del juego a quedarse colgado más a menudo de lo deseable. Es de esperar que estos problemas sean corregidos con el importante parche del día uno, y por supuesto, que no existan en las versiones en consola. Nuestro ASUS ROG Zephyrus Duo 15 ha soportado perfectamente la prueba y aunque no hemos podido jugar en los niveles más altos de exigencia gráfica, sí que puede que ésta haya estado por encima de lo que mostrarán las versiones de consola.
Entre los inconvenientes en el propio desarrollo del juego, más allá de que ‘Cyberpunk 2077’ da por supuesto que el jugador está familiarizado con las mecánicas de mejora de personajes de los RPG y que va a ser lo suficientemente ágil como para hacer evolucionar sin ayuda sus estrategias para abordar las misiones, está esa mencionada intención del título de asfixiar al jugador con su tamaño y ambición. No es necesariamente un problema, pero sí una barrera importante que hay que tener en claro que nos vamos a encontrar, exactamente igual que pasa, en otros aspectos, con un roguelike o un ‘Souls’.
Y sin embargo, es precisamente ese abrumador gigantismo del juego lo que le da una personalidad apabullante: el trabajo visual es extraordinario, con una ciudad llena de matices y que se transforma por completo en los ciclos de noche y día (sorprendentemente colorista bajo la luz del sol, influida por ‘Teorema Zero‘ de Terry Gilliam). Deambular por sus callejones y adentrarse en sus tiendas es una auténtica catarata sensorial, y los detalles (cientos de anuncios, imágenes, vídeos, trajes, personas) generan una sensación de verismo que deja muy atrás sandboxes recientes como ‘Watch Dogs: Legion‘, por mencionar una ambientación similar.
Sin necesidad de exhibicionismo u obviedades, ‘Cyberpunk 2077’ transmite sensación de libertad total en esos diálogos que presentan líneas que solo se desbloquean con determinados niveles de experiencia, o en los momentos en los que se presenta una conversación que claramente puede dar un volantazo a la historia. Son detalles como ese, o la sensación al efectuar una incursión en un edificio de que se podría hacer con la misma efectividad de seis o siete modos distintos, lo que inyecta vida al juego en la misma medida que sus excelentes diálogos y su inteligente manejo de los tópicos.
Por su ingente esfuerzo de diseño visual y avasallador ingenio creativo, ‘Cyberpunk 2077’ impacta de inmediato y cautiva al primer vistazo. Pero es su diseño de mecánicas y cómo entiende perfectamente lo que es una buena ficción cyberpunk y cuáles son las teclas que debe tocar para alcanzarla lo que le garantiza un puesto entre los juegos más inmersivos y rejugables de los últimos tiempos.
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La noticia
‘Cyberpunk 2077’, análisis después de 40 horas de juego: la distopía de CD Projekt Red es una revolución ultraviolenta, pero también sutil
fue publicada originalmente en
Xataka
por
John Tones
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