Collin Morikawa, un talento precoz en la senda de Tiger
Collin Morikawa, un talento precoz en la senda de Tiger
El ganador del PGA Championship es un jugador contracultural: mientras sus compañeros de generación se empeñan en pegar a la bola lo más fuerte posible, él mantiene un equilibro clásico
Dos meses antes de que Tiger Woods revolucionara el golf para siempre con su palpitante e histórico triunfo en el Masters de Augusta de 1997, Collin Morikawa venía a este mundo. El caprichoso destino quiso que durante el Farmers Insurance disputado en enero, Morikawa compartiera por primera vez una ronda con Tiger, convirtiéndose en el primer rival del ganador de 15 majors nacido después de su inicio profesional. Medio año después, con una pandemia de por medio, aquel circunstancial contrincante de Tiger es el nuevo campeón del PGA Championship.
Descendiente de inmigrantes japoneses que llegaron a Hawai, Morikawa nació en California, concretamente en Los Ángeles. A los ocho años, su padre le apuntó a clases en un pequeño campo de golf, en Glendale. Hasta aquí todo normal, una historia que se repite cada día en varios lugares del mundo: un padre lleva a un hijo a introducirse en un deporte. La diferencia en este caso llegó cuando su profesor, Rick Sessinhaus, vio la destreza del niño con los palos. Se dio cuenta de que el pequeño Collin no era uno más del centenar de niños que habían pasado por sus manos para introducirse en la práctica del golf. Sin embargo, nadie más le dio importancia y su vida transcurrió con normalidad entre los estudios y una pasión creciente: el golf.
Morikawa ingresó en la Universidad de Berkeley, una de las más prestigiosas del mundo y la número uno en Estados Unidos. De sus aulas han salido 107 premios Nobel, 20 Oscar de Hollywood, 11 premios Pulitzer y, desde ayer, un vencedor de un major de golf. Desde ahora, la prestigiosa institución americana no sólo podrá presumir de que en sus laboratorios se descubrieron hasta seis elementos químicos de la tabla periódica, sino también de que de su campo de golf salió un campeón que, además, aprobó con nota la carrera de Administración de Empresas.
Sólo con 14 meses como profesional, Morikawa acumula casi siete millones de dólares en premios en 29 torneos, donde ha logrado ya tres victorias, cifras únicamente comparables a las de los mejores de la historia. Casualmente, el primer major de Tiger, el Masters de Augusta de 1997, llegó en el torneo número 29 de su trayectoria profesional.
Para Morikawa, el US Open de 2019 fue su primer major. Se clasificó desde las previas y decidió que el torneo disputado en Pebble Beach sería su primer asalto en el mundo del golf profesional. Acabó entre los 35 mejores y, siete torneos más tarde, ha logrado su primer triunfo. En sus 22 primeros torneos, no falló ni un solo corte, acercándose al histórico récord de Tiger (25). A la segunda tentativa en un major, logró la inapelable victoria. Con 23 años, sólo existen cuatro jugadores de esa edad o menores que lograron ganar un PGA Championship: Jack Nicklaus, Tiger Woods y Rory McIIlroy. Todo gigantes.
Morikawa encarna de alguna forma la resurrección del golf clásico, quizás en peligro de extinción. Hablamos de un jugador que no llega a los 270 metros de media de distancia y que está más allá del puesto 100 en el ranking de potencia del PGA Tour. Pese a esta desventaja, es capaz de poner semejantes resultados encima de la mesa. Datos que ganan aún más valor en medio de un panorama en el que DeChambeau, Wolf, Koepka y compañía se empeñan en demostrar que el nuevo orden del golf mundial consiste en pegar a la bola lo más fuerte posible desde el tee. Las reglas de Morikawa, en cambio, se basan más en el equilibrio, la regularidad y el juego corto, un camino universal que siempre dio buenos réditos a sus defensores en los campos de golf.
Lo más impresionante de su domingo en el TPC Harding Park de San Francisco no fue la victoria en sí, sino la forma de conseguirla. Pocas veces en una ronda final de un major se ha visto a un ganador tan decidido y seguro de sí mismo, tan sobrado en cada golpe y cada gesto, lo que hizo recordar por unos instantes al Tiger del comienzo del siglo XXI. Parte de la culpa de ese desparpajo impropio para su edad y trayectoria la tiene el trabajo mental que ha desarrollado desde que era un niño.
«La capacidad de controlar tu mente requiere el mismo entrenamiento que un putt de dos metros», confesaba hace algunas semanas después de destronar a Justin Thomas en un playoff increíble, en el Workday Charity Open. En el hoyo 72 embocó un putt decisivo de seis metros. Semanas atrás, en cambio, en el Charles Schwab Challenge, perdió el torneo tras fallar un putt de poco más de metro y medio. «Todo es aprendizaje», valoró sin dramatismo entonces. Su mezcla de sangre asiática sale a relucir en los actos y el discurso de este joven sabio, que ya es el quinto mejor jugador del mundo. Y subiendo…