‘Acción mutante’: cómo el excéntrico y brutal debut de Álex de la Iglesia cambió el cine fantástico español para siempre
Desde hace unas semanas, internet celebra el aniversario del estreno de ‘El día de la bestia‘. No es para menos: 25 años después de su arrollador éxito, es una película que sigue pasmando por su brutal sentido del ritmo, su complicado equilibrio entre el humor frontal y la sátira social, su devoción por los códigos del cine de terror, su propuesta universal sin por ello dejar de ser fascinantemente española… muchos la siguen considerando la mejor película de la larga carrera de Álex de la Iglesia.
Particularmente, para mi gusto, ese trono lo ocupa la negrísima ‘Muertos de risa‘, su propuesta tras la irregular ‘Perdita Durango’, pero lo cierto es que no tiene nada de extraño que ‘El día de la bestia’ siga siendo la película más recordada del director vasco. A día de hoy, su propuesta no ha envejecido en absoluto. Sin embargo, y aunque la revelación de Álex de la Iglesia fue aquella epopeya de acción satánica al borde del cambio de milenio, es imposible entender sus hallazgos sin tener en cuenta su debut, la aún más brutal y, en cierto sentido más revolucionaria ‘Acción mutante’.
Armas pal pueblo
‘Acción mutante’ (que, por cierto, podéis ver remasterizada en Filmin) se rodó dos años antes de ‘El día de la bestia’ en unas condiciones muy distintas. La producción de la película corrió a cargo de El Deseo, propiedad de Pedro Almodóvar, que por entonces poseía un estilo ya muy definido (era la época de películas como ‘Kika’, ‘La flor de mi deseo y ‘Tacones lejanos’) y quería poner en pie con su dinero películas que se distanciaran de su propio cine. Curiosamente, aún décadas después, dos de las películas más recordadas de El Deseo se mueven en los márgenes del fantástico: esta y ‘El espinazo del diablo’ de Guillermo del Toro.
En este caso, el sello de Almodóvar se deja notar en secuencias como la de la boda, con un diseño de vestuario que no habría desentonado en su propia y también extrañísima ‘Kika’, de ese mismo año, y en la presencia de secundarias como Bibí Andersen o Rossy De Palma. Las intenciones de De la Iglesia, sin embargo, van en direcciones diametralmente opuestas a las de Almodóvar, porque el productor manchego, posiblemente, estaría más cómodo entre la fauna invitada al bodorrio que entre los freaks terroristas que quieren dinamitarla.
Almodóvar y Álex de la Iglesia no volverían a cruzar sus caminos, quizás porque en el fondo sus visiones del cine eran diametralmente opuestas, quizás porque ‘Acción Mutante’ era una producción relativamente modesta (aunque no para una compañía minúscula como El Deseo) que tampoco cumplió todas las expectativas de taquilla: costó 1,5 millones de euros y recaudó solo uno. Desde ahí, De la Iglesia daría el salto a los 2,4 millones de euros de ‘El día de la bestia’ (y los 8 millones de Perdita Durango, aunque esa es otra historia).
En cualquier caso, De la Iglesia, antes de tratar con El Deseo, ya tenía una obra que vaticinaba los desmanes de Acción Mutante, y que sin duda llamó la atención de Almodóvar: el corto ‘Mirindas asesinas’. Protagonizado por dos futuros miembros de Acción Mutante, Álex Angulo y Saturnino García, era una gamberrada de humor enigmático con una visualización de la violencia influída por maestros como Sam Peckimpah o Sergio Leone. Formó parte de un momento brillante para el cortometraje español, donde cineastas jóvenes se desembarazaron de los corsés narrativos de la tradición del cine español en cortos como ‘Mamá’ (Pablo Berger), ‘Alicia’ (Jaume Balagueró) o ‘Aftermath’ (Nacho Cerdà).
Todo el mundo es tonto o moderno
Con esos mimbres, la película se puso en marcha con una preproducción más larga de lo habitual, ya que para que los gastos no se fueran de madre convenía tener planificada al dedillo toda la producción, insólita en España en aquellos tiempos en términos de trucajes, maquillaje y escenarios. Por ejemplo, las secuencias de acción, a las que en España, normalmente, se les inyectaba ritmo en la sala de montaje, aquí fueron meticulosamente coreografiadas mediante story-boards.
El resultado es una película que, visualmente, está a gran distancia de todo lo que se había hecho en España en esos términos. Hoy es fácil pasar por encima los méritos de ‘Acción mutante’, pero aunque España tiene una gozosa y muy recuperable tradición de fantaterror, no la tiene en tanta medida dentro de la ciencia-ficción, cuyos ejemplos se podían contar entonces, literalmente, con los dedos de una mano. La fundacional ‘Madrid en el año 2000’, ‘El caballero del dragón’, ‘La grieta’, ‘Los nuevos extraterrestres’ y para de contar.
Aún hoy es asombroso no ya el atrevimiento de mezclar efectos especiales totalmente integrados en la historia (la plataforma en la que flota Saturnino García, Quimicefa, sigue siendo un hallazgo en tiempos de CGI primigenia) sino el uso de distintos ambientes (de los páramos del planeta Axturias a lo ‘Mad Max’ al interior de la nave, pasando por los escenarios urbanos distópicos que se ven en las noticias) y un trabajo de maquillaje y ambientación fuera de lo común. Todo ese esfuerzo se plasma perfectamente en la pantalla y sigue resultando brillante. Pero en el contexto en el que se hizo, se multiplica su valor.
Lo multiplica porque es española, nacionalidad insólita para el cine de género de entonces. Pero es que, aunque sus referentes son en buena medida extranjeros (la nave es una clara réplica del Nostromo de ‘Alien’, y el “gato” que brama desde una trampilla es un guiño a ‘Posesión infernal’; los informativos hacen la misma función que en ‘Robocop’, y la familia asilvestrada de Axturias bebe de tantas familias de rednecks caníbales, como en ‘La matanza de Texas’ o ‘Las colinas tienen ojos’), ‘Acción mutante’ es inequívocamente una producción española.
La televisión entretiene mucho, sobre todo los informativos
Y es ahí donde encuentra su personalidad. Por eso la nave se llama ‘Virgen del Carmen’ y las referencias al entonces encendido -pero aún parodiable- conflicto vasco son obvias. Los vascos son los que más han sufrido el terrorismo de ETA, pero también son los más indicados (solo hay que remitirse a ‘Vaya semanita’ o el cine de Borja Cobeaga) para poner en evidencia las chapuzas y traspiés de los terroristas. El grupo terrorista Acción Mutante es, obviamente, la ETA del futuro (hay referencias explícitas a los famosos vídeos de comunicados), pero también una ETA salida de las páginas de un ‘Mortadelo’.
Aquí, la banda terrorista no persigue reivindicaciones políticas, sino sembrar el caos entre los ricos y los guapos de una España del futuro. Son mutantes y también son terroristas desastrosos, situación a la que viene a poner orden Ramón (Antonio Resines) cuando sale de la cárcel, con el infalible plan de secuestrar a una rica heredera el día de su boda. Pero tras un secuestro que acaba en masacre, las envidias y mentiras empiezan a brotar en el ejército de liberación mutante.
Ese costumbrismo tan de nuestra comedia (la influencia del cine fantástico internacional es notorio en la obra de De la iglesia, pero como demuestran ‘Muertos de risa’, ‘La comunidad’ o ‘Crimen ferpecto’, también lo son Berlanga y Azcona, o los tebeos de Bruguera) otorga un halo único a ‘Acción Mutante’. Y genera secuencias tan tronchantes como la de Manitas haciéndose pasar por piloto de una nave pesquera, o la secuencia de temazos de guateque pijo durante la boda. Los recortes de prensa española, la sátira de la brutalidad policial, hasta esos noticiarios inspirados en la escalofriante Tele5 de la época redondean el humor del guión de De la Iglesia y Jorge Gerricaechevarría.
‘Acción Mutante’ es una obra claramente juvenil en la que un par de colegas gamberros, los desatados guionistas, ponen en solfa todo lo que les parece insultante: la gente guapa, los pijos, y reivindican lo marginal, lo violento, lo feo y lo ruidoso. Es casi una declaración de principios de ímpetu adolescente, pero funciona gracias al ingenio técnico y a su punto visionario: las críticas al frívolo futuro de los informativos y el culto a la belleza son increíblemente certeras.
Y todo ello, redondeado no solo por el apartado técnico, sino por un reparto brillantísimo en su totalidad. Hoy es relativamente frecuente ver a Resines en papeles con puntos en común con su Ramón de ‘Acción Mutante’, pero entonces era toda una rareza. Fue esta película y la también sensacional ‘Todo por la pasta’ de Urbizu, de 1991, las que le sacaron de su encasillamiento en comedias frívolas y urbanas post-Movida.
Detalles aparentemente insignificantes como el tema principal de Def Con Dos (y que convertirían casi en himno representativo del resto de su carrera) o el uso con ánimo paródico de la sintonía de ‘Misión Imposible’ (insólito en un cine español que no solía mirar a referencias tan obvias y estadounidenses) son capas y capas de significado iconoclasta para uno de los debuts más estimulantes del cine español de las últimas décadas. ¿Quiere decir eso que ‘Acción Mutante’ es perfecta?
Sí y no. Es perfecta como artefacto icónico y como pistoletazo de salida para una época y una carrera sin la que no se entiende el cine comercial español. Pero tiene sus problemas: por ejemplo, es rabiosamente (aunque quizás de forma involuntaria) misógina, un drama que comparte con otras películas del director, como ‘Las brujas de Zugarramurdi‘. Aquí la secuestrada recibe constantemente zurras (y cosas más graves) en los chistes menos graciosos de la película, y es una damisela en peligro de libro, lo que juega en contra de la originalidad del guión.
Además, la película tiene un tercio final algo dubitativo, en el que no pasa gran cosa (otro problema habitual en el cine del director). Las escenas más icónicas y los mejores momentos tienen lugar en la primera hora de metraje. Son, no obstante, problemas menores: es perdonable un ritmo algo quejumbroso en un debut, sobre todo teniendo en cuenta que solo una película después, Álex de la Iglesia rodaría una auténtica ametralladora satánica.
‘Acción mutante’, con sus problemillas a cuestas, sigue siendo un auténtico hito, en cierto sentido aún más meritorio que ‘El día de la bestia’. Una película que abrió la puerta del cine fantástico en nuestro cine para que no se cerrara nunca más. O como bramarían Def Con Dos en los créditos iniciales, “Empuña las armas, vivan los muñones, prótesis en alto, más amputaciones”.
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‘Acción mutante’: cómo el excéntrico y brutal debut de Álex de la Iglesia cambió el cine fantástico español para siempre
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Xataka
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John Tones
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