Nuestros oídos guardan un “historial de navegación” bioquímico de nuestro cuerpo: así es como nuestro cerumen sabe si estamos estresados
Las ballenas no usan bastoncillos de algodón aunque (y esto es un mensaje para todos los fabricantes y comerciales) no les vendrían nada mal. Anualmente, muchas especies añaden una capa de cera sobre las capas de años anteriores creando una suerte de histórico ceruminoso que se puede leer al modo de los anillos de crecimiento de los troncos de los árboles. El cerumen, como podéis ver, es una cosa seria.
También en los seres humanos. Tanto que un equipo del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la University College London ha conseguido crear un test doméstico que utiliza el cerumen para medir los niveles de cortisol, la conocida como “hormona del estrés”. Algo que, según los investigadores, busca “transformar el diagnóstico y la atención de millones de personas con depresión o afecciones relacionadas con el estrés”. Y más allá de su impacto final, sin lugar a dudas es un enfoque curioso.
Los oscuros secretos del cerumen (y los no tan oscuros)
Combatir las infecciones, regular el nivel de azúcar en sangre, mantener la presión arterial, regular el metabolismo y, por supuesto, responder al estrés. El cortisol está implicado en todos estos procesos. Es una hormona importante, pero, como señala Herane-Vives de la UCL, “el muestreo de cortisol es notoriamente difícil, ya que los niveles de la hormona pueden fluctuar, por lo que una muestra podría no ser un reflejo exacto de los niveles crónicos de cortisol de una persona. Además, los métodos de muestreo en sí mismos pueden inducir estrés e influir en los resultados”.
Por ello, cuando queremos estudiar los niveles de cortisol a través del tiempo, solemos prescindir de las pruebas de sangre, orina o saliva y acabamos usando los análisis de cabello. El nuevo sistema no solo parece muy estable, sino que sería “más rápido, barato y eficaz” que estos análisis de pelo, siempre según los resultados que ha presentado el equipo.
El dispositivo se parece a un hisopo de algodón (con una especie de freno para evitar que penetre demasiado en el oído y pueda causar daños) y, según los investigadores, es tan fácil de aplicar que podría aligerar el diagnóstico de atención de enfermedades relacionadas como el cortisol, en especial la enfermedad de Addison, el síndrome de Cushing y la depresión.
Pero no se quieren quedar ahí, porque una vez se ha descubierto el potencial del cerumen para sacar a la luz nuestros más oscuros secretos bioquímicos, Herane-Vives y su equipo han empezado a estudiar si el mismo sistema podría hacer un histórico de los niveles de glucosa o, incluso, los anticuerpos Covid-19.
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Nuestros oídos guardan un “historial de navegación” bioquímico de nuestro cuerpo: así es como nuestro cerumen sabe si estamos estresados
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Xataka
por
Javier Jiménez
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