Mi juego favorito de Game Pass en Xbox es ‘Westerado’: un western indie con pixelazos y excelente ambientación
Me he pasado las tres o cuatro tardes que he tardado en completar ‘Westerado’ (dura unas dos horas y media o tres relajadas, aunque si jugueteas con los extras, la cosa se te puede ir a más de diez) hipnotizado por su estilo gráfico. Su delicioso pixel-art me ha tenido absolutamente todas las sesiones de juego preguntándome por qué pierdo tanto el tiempo con sofisticaciones poligonales que nunca van a alcanzar ni una mínima parte del carisma y creatividad que desbordan los personajes sin rasgos de esta maravillita publicada por Adult Swim Games.
Rabietas aparte, que tampoco nos llevan a ningún lado, lo cierto es que ‘Westerado’ (que disfruta del subtitulo ‘Double Barrelled’) es uno de los juegos más sugerentes de Game Pass, uno que, si tienes acceso al servicio, deberías jugar ya mismo, porque va a ser retirado en breve. Si no lo consigues, no te preocupes: tienes una versión para PC y Mac en Steam, e incluso la versión en Flash previa, una muestra simplificada de lo que ofrece el juego.
El jugador interpreta a un vaquero sin nombre que, después de salir en persecución de una res huída, vuelve a casa y se la encuentra en llamas, y a su familia asesinada. Lo único que tiene es una leve pista acerca del aspecto del bandido responsable de la masacre. Su misión será desplazarse a la ciudad y localizar al pistolero. Y ahí es cuando empieza una mecánica de sandbox absolutamente sorprendente en un juego de apariencia tan modesta.
El jugador puede recibir misiones constantemente de los múltiples personajes con los que se encuentra. Podrá charlar con quienes se las encargan (a veces misiones de escolta, otras de venganza, otras de localizar a otros habitantes de esa u otra ciudad y establecer diálogos con ellos / ellas) y en todo momento puede acusar a su interlocutor de ser el asesino e iniciar un tiroteo. Porque realmente lo cree o, claro, por simple diversión. Es lo más ingenioso del desarrollo de la aventura, que se despliega ante el jugador de forma muy libre.
Aquí el jugador tiene la libertad de explorar a su gusto, sin prisas, y lo cierto es que visualmente el juego es tan evocador y brillante (con esos atardeceres eternos, esa fauna y flora diseñada con exquisito mismo, esos interiores llenos de detalle) que no te importará perderte en la miriada de misiones que el juego pone ante ti. Sin embargo, ‘Westerado’ no permite que ese exceso de tareas sea abrumador. Primero, porque las misiones resueltas aportan pistas sobre el aspecto del bandido (generado de forma aleatoria en cada partida). Segundo, porque tampoco mete ninguna prisa en que el jugador resuelva nada.
La venganza la sirven pixelada
De este modo, el jugador puede deambular o resolver. Como en cualquier sandbox, claro, solo que aquí deambular, explorar, ir a otras ciudades, perderse en las minas abandonadas y aceptar misiones de todo pelaje es un auténtico placer. Cada interior que se visita y cada fragmento que se abredel breve pero trabajadísimo mapa es una delicia de píxeles extraordinariamente bien diseñados. ‘Westerado’ es un juego breve y conciso, pero cada detalle está estudiado a fondo para que la experiencia sea la de una minipelícula de venganzas y aventura.
Por ejemplo, es delicioso el diseño del sistema de disparo: se saca el revólver, y el botón de disparo hay que pulsarlo dos veces, para amartillar y para disparar. Es un detalle sin importancia, y mucho más teniendo como se tienen balas infinitas, pero da buena fe de la intención del estudio Ostrich Banditos de buscarle las vueltas a las mecánicas que tenemos asimiladas de la forma más sencilla, deconstruyendo y reconstruyendo. En este caso, adquirimos una consciencia más física y corpórea del acto de disparar.
Es en los tiroteos, sin embargo, donde el juego encuentra su punto más discutible, aunque parece una decisión de diseño absolutamente consciente. En Ostrich Banditos han decidido que no es posible apuntar en las cuatro direcciones, sino solo a derecha a izquierda. Eso hace que las partes de acción se ralenticen y obligan al jugador a tomar decisiones más estratégicas, conociendo los tiempos de recarga y los comportamientos de los proyectiles según el arma enemiga que le dispara. Sin duda es el aspecto más sujeto a discusión, aunque como la obligación de amartillar, acaba formando parte de las decisiones que dotan de empaque y peso a la acción.
En conjunto, ‘Westerado’ es una miniatura absolutamente obligatoria si te interesa la narrativa lúdica más allá del sota, caballo y rey de los blockbusters de rigor, que son estupendos, pero también algo limitadores si te quedas solo con ellos. Y también es la prueba perfecta de que no hacen falta narrativas alambicadas ni gráficos abstractos para innovar ni marcar la diferencia. A veces una sencilla, tradicional historia de vaqueros hace el trabajo perfectamente.
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Mi juego favorito de Game Pass en Xbox es ‘Westerado’: un western indie con pixelazos y excelente ambientación
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John Tones
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