Hace cuatro años era difícil encontrar un discurso político que abordara la despoblación del medio rural. Ahora, en cambio, hay una saturación de planes, estrategias, directrices e informes en el que se agita la sangría de habitantes en el 53% del territorio nacional como uno de los principales desafíos de nuestro país. El foco está puesto, más que nunca, sobre «estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas» a las que aludía Azorín. Sin embargo, ni el paisanaje ni la realidad económica de
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